Manejo de costos e inversiones en materia ambiental
Lic. Sonmer Garrido Díaz
A medida que se adquiere mayor conciencia de las amenazas que pesan sobre el medio ambiente en el mundo, también existe un mayor reconocimiento de las responsabilidades que tienen la industria y todos los niveles de gobierno en la búsqueda de soluciones para responder a los problemas medioambientales. Las cifras de la contabilidad nacional, ayudan a diagnosticar el estado de la economía, permiten determinar el nivel de producción que puede aspirarse a mantener o aumentar; y orientan con respecto al nivel de satisfacción que deriva la población del uso de los recursos de que se dispone. La contabilidad nacional no refleja el hecho, de que la actividad económica, el nivel de producción de bienes y servicios no depende únicamente de lo que ocurra en la propia esfera económica, sino que depende de los recursos que proporciona la biosfera. Si este capital natural no se sustituye, las tasas de crecimiento de la producción reflejadas en la contabilidad nacional son ilusorias; no podrán mantenerse indefinidamente. El actual sistema de contabilidad nacional se encuentra centrado en los bienes comerciales y más en concreto en la producción final de bienes comerciales. El creciente interés por los recursos naturales ha llevado a distintos organismos a impulsar metodologías que incorporen los bienes y servicios generados por estos recursos así como las variaciones experimentadas en ellos. Igualmente el interés se acrecienta sobre la calidad ambiental de productos o procesos, que se traducen en verdaderas barreras técnicas o no arancelarias al comercio, al mismo tiempo que los estándares o normas oficiales vigentes en países industrializados tienden a difundirse a otros países que son sus socios comerciales. Hay también nuevos actores relevantes para el desempeño de la empresa, que acotan sus posibilidades y definen oportunidades inéditas. Dentro de la globalidad, surgen nuevas y más intensas alianzas y fórmulas de asociación, cooperación y competencia entre empresas, en un contexto muy amplio de integración vertical y horizontal de procesos productivos, distribución y finanzas, algo que hace más vigorosas las tendencias hacia la uniformidad en el desempeño ambiental. Por otra parte, dado que el papel de los gobiernos nacionales se relativiza por el alcance global de la actividad económica, las empresas se ven investidas de nuevas responsabilidades de liderazgo, al tiempo que, dadas las interacciones entre competitividad y protección ambiental, son mucho más sensibles a la regulación por parte del estado. Este escenario ofrece también oportunidades muy importantes, que sólo pueden ser identificadas y aprovechadas por empresas de gran iniciativa y visión estratégica en sus políticas ambientales. Es así como en los años mas recientes se ha venido desarrollando una corriente que demanda la reformulación del Sistema de Cuentas Nacionales debido a que las cuentas, como están definidas actualmente, no incluyen el valor económico completo de los recursos ambientales, la función que éstos juegan en la actividad productiva; ello porque entre otras cosas no ha habido precisión para una definición de los elementos financieros como los Costos y las Inversiones, los cuales tienen una influencia importante sobre las incidencias ambientales. De allí que surge la prioridad, que para la accesibilidad a créditos institucionales por parte del estado, las instituciones multilaterales están estableciendo a los proyectos una creciente condicionalidad en materia ambiental. Esto proporciona una base valiosa para la definición de políticas públicas destinadas a orientar a los países y al mundo entero hacia patrones deseados de crecimiento y desarrollo. Todo porque la relación de la medida con los estados financieros, está precisamente en los costos y en las inversiones. Manejo de Costos Los Costos están definidos como la “cantidad de recursos que una compañía entrega a cambio de un bien, un servicio o un derecho de propiedad” (Corro 2001) . El propósito es obtener utilidades, bien sea a través de la generación de ingresos o reduciendo los costos. Estas utilidades podrían verse aumentadas dentro del ejercicio económico o en el próximo o durante varios períodos. En función de la definición anterior y en el marco de la contabilidad para el desarrollo sustentable, de acuerdo con Atristain, P. y Álvarez, R. (1998), puede decirse que los costos que representaron una erogación de dinero no generan mayor complicación, sino, el reconocimiento de costos que no necesariamente representaron una erogación de dinero, pero si forman parte de los activos, gastos o pérdidas de una organización. En tal sentido, se pueden encontrar los costos operativos y los costos de reciclaje, los primeros comprenden las mismas partidas que las inversiones de capital, con la diferencia que incluyen costos internos y externos o directos e indirectos. Así como los costos asociados con las operaciones cotidianas y costos generales y administrativos, incurridos estos productos del cumplimiento y monitoreo de regulaciones ambientales, pudiendo ser causados a los resultados, cuando se conocen, por ejemplo: permisos, inspecciones, honorarios por consultoría legal, entre otros. En materia ambiental aparecen aquellos costos en que puede incurrirse por la actividad interaccionada con el medio ambiente para el alcance de un desarrollo sostenible, a los cuales se les viene denominando costos ambientales que son aquellos que reflejan también el impacto del medio ambiente. La Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (1996) define los costos ambientales como “ La medida y la valoración del esfuerzo por la aplicación racional de los factores medio ambientales de cara a la obtención de un producto, un trabajo o un servicio”. Fronti de García, García Fronti, Scaminaci y Wainstein, (1998) los definen como las “actividades llevadas a cabo voluntariamente, como así también las requeridas por contrato o por leyes y regulaciones ambientales; para prevenir, disminuir o remediar el daño causado al medio ambiente, relacionado tanto con la conservación de recursos renovables como no renovables”. Al considerar los costos diversos que pueden interactuar dentro de un objetivo de maximización de beneficios, hay que tomar en cuenta aquellos que tienen que ver con la preservación y mejora del medio ambiente ya que los costos medioambientales son un elemento más del costo de producción y tienen impacto en la fijación de los precios de venta. La taxonomía de estos costos puede escindirse, según Ripoll y Crespo (1998), en: “ Costos Implícitos: son aquellos que producen efectos irreversibles en el medio ambiente como consecuencia de las actividades desarrolladas por la empresa”. “Costos de Inversiones: Se refiere a aquellas inversiones realizadas por la empresa, que permiten adaptarse a las nuevas necesidades derivadas del proceso de cambio en el que nos encontramos inmersos, con el fin de incorporar procesos productivos alternativos, modificar los actuales o eliminar los no rentables. Costos de Proceso: costos en los que se incurre al desarrollar el proceso productivo y entre los que destacamos la contratación de mano de obra cualificada, formación y educación; los residuos, rechazos, desechos, etc., incrementan los costos de producción y la gestión de los mismos, generando costos de transporte, almacenamiento, manipulación y reciclaje. Costos Sociales: son costos referidos a impuestos, sanciones, multas, seguros y cánones de vertidos residuales, que incrementan el costo por el uso de recursos”. Al clasificar costos medioambientales hay que tomar en cuenta la ubicación de la partida como tal ya que en un momento determinado la misma puede hacerse difícil para llevar a cabo un análisis costo-beneficio medioambiental. La determinación del costo ambiental que la empresa soporta supone una doble dificultad. Por un lado, en algunos casos es muy difícil cuantificar en unidades físicas el volumen de recursos ambientales consumidos. Por otra parte, el proceso de valoración implícito en el concepto de costo persigue la cuantificación monetaria de los recursos sacrificados mediante su precio o equivalente en dinero. Como alternativa, el costo ambiental de la empresa viene determinado por el volumen de recursos consumidos con motivo del impacto ambiental que ésta ejerce, ya tengan una finalidad preventiva o correctora. Sin embargo, la determinación de las partidas que reciben la consideración de costos ambientales, es decir con origen en el impacto ambiental de la empresa, es un aspecto objeto de controversia. La IFAC cuenta con un grupo de expertos en Normas Internacionales de Contabilidad y Presentación de Informes que viene trabajando en función de considerar algunas medidas sobre los costos medioambientales, al momento de planificar estrategias que conlleven a la maximización de beneficios. La I.S.A.R ( Grupo Intergubernamental de Trabajo de Expertos en Normas Internacionales de Contabilidad y Presentación de Informes), propone :
“Reducir a un mínimo, eliminar, impedir o contrarrestar los efectos de la contaminación y emisiones nocivas.
Desarrollar y utilizar técnicas más inocuas.
Conservar recursos no renovables, como los combustibles fósiles y la capa de ozono.
Desarrollar tecnologías que produzcan recursos sustitutivos de los no renovables.
Mantener, renovar, sustituir o conservar los recursos renovables, como el agua y los bosques y el aire crítico.
Reducir o eliminar la posibilidad de que se produzcan desastres, como derrames de petróleo y explosiones de origen químico o nuclear.
Eliminar o reducir al mínimo los efectos perjudiciales de casos de desastre o proporcionar fondos y recursos para atender de manera prioritaria a esos casos.
Educar e inspirar a los empresarios, los empleados, los proveedores y el público en general para que adviertan posibles fuentes perjudiciales para el medio ambiente y apliquen medidas de conservación.
Formular políticas y programas sobre el medio ambiente.
Realizar auditorias ambientales y evaluaciones de los riesgos para situaciones de emergencia”.
Manejo de Inversiones “ Las inversiones ambientales comprenden el conjunto de recursos ambientales que posee la empresa en estudio y que utiliza en su actividad económica a fin de obtener un beneficio. Dichas inversiones pueden ser: inversiones en factores naturales de producción, propiedad de la empresa, susceptibles de consumo gradual; inversiones relacionadas con la conservación y el ahorro del consumo de los recursos ambientales propiedad de la empresa, o bien inversiones relacionadas con la conservación y el ahorro de los recursos ambientales ajenos o que sólo parcialmente son propiedad de la empresa”. (Irún 2003).El presupuesto de inversiones ambientales en inmovilizados materiales, se suele ver directamente afectado por los cambios que tienen lugar en la legislación ambiental durante su vida útil, obligando a modificarla o a introducir ampliaciones y mejoras en las inversiones inicialmente presupuestadas. En este último caso, los criterios tradicionales de activación (es decir, aumento de la capacidad de producción, de productividad o de vida útil) son manifiestamente insuficientes (FASB, 1990), porque prescinden de las inversiones a realizar cuya finalidad es:
Reducir o imposibilitar la contaminación futura.
Preparar un inmovilizado para su venta.
Alcanzar un ahorro de costos futuro, por disminución del consumo de materias primas, combustibles o de energía, o por generación de menor cantidad o menor peligrosidad de contaminantes
Las políticas nacionales ambientales orientada hacia el desarrollo humano sostenible, busca mantener la renovabilidad de los recursos, la reorientación de su utilización económica y la conservación de la diversidad étnica y cultural de la nación, con base en los objetivos de promover una cultura del desarrollo que incorpore patrones de poblamiento, tecnológicos y de consumo ambientalmente sanos, definiendo programas de mejoramiento ambiental como: Protección de ecosistemas estratégicos, población, mejor agua, mares y costas limpias, mas bosques, mejores ciudades y poblaciones, una producción limpia y el ordenamiento territorial, como instrumento fundamental para el planeamiento ambiental y energético del país. La política energética está orientada a racionalizar el uso de los energéticos, garantizar una oferta confiable y eficiente de estos, reducir sus costos, aumentar la cobertura, proteger a los usuarios e incrementar la contribución de las exportaciones a la economía. La conservación y el mejoramiento de la calidad ambiental en todas las instancias decisorias, procesos productivos e inversiones futuras del sector es uno de los objetivos básicos de la estrategia energética integral adoptada por los países. De acuerdo con la visión liberal, la naturaleza es concebida como un recurso y por tanto, es susceptible de ser comprada y vendida. En cambio en las concepciones culturales es vista como algo intocable; mientras que para las visiones ecosocialistas, la relación naturaleza – economía, se convierte en una expresión política de poder: quien mas recursos naturales pose, podrá tener mejores mecanismos de negociación y obtención de desarrollo más óptimo para los habitantes. En la búsqueda de alternativas de desarrollo y tras el agotamiento de los recursos, las realidades económicas y sociales están mostrando fases diferentes ante el proceso global desequilibrado; es decir, se busca atender las necesidades del presente, sin poner en peligro aquellas que las generaciones futuras también las puedan atender. Los estudiosos de la materia vienen afirmando que esto es posible si se consideran requisitos mínimos como variables ambientales, desigualdad, pobreza, recurso humano, medioambiente y efectos sociales, políticos y culturales. Y es aquí en donde están las herramientas convertibles en inversión, que preservan y restauran el capital natural: Redistribución de la renta, mejoramiento de las condiciones tecnológicas, lograr controlar el efecto negativo de la deuda externa y el papel de su refinanciación y/o condonación, la eliminación de las modalidades de producción y consumo insostenible, utilización de energías renovables como energía solar, la imposición de tasas retributivas e impuestos ambientales, entre otros. Las decisiones de inversión son extremadamente importantes para el manejo ambiental de la empresa, no sólo porque atan o inmovilizan un fuerte volumen de capital, sino porque tienen una influencia estructural a largo plazo sobre tecnologías y métodos de producción, procedimientos de operación, y sobre el perfil del personal técnico y ejecutivo. Las inversiones ambientales pueden fortalecer el Valor Ambiental, cuando generan un rendimiento superior a los costos de capital, lo cual no es el caso de las soluciones en tecnologías ambientales intensivas de equipo. Entonces, en el contexto de una política corporativa de maximización de recursos, siempre serán preferibles medidas de protección ambiental que no sean intensivas de capital y que, por el contrario, involucren un mínimo de activos fijos, esto es, que sean ecoeficientes. Entre éstas se cuentan las opciones que reducen los costos de materiales y materias primas, de almacenamiento y de depreciación de equipos, y de energía e insumos intermedios, que permiten simultáneamente avances en la eficiencia económica y ambiental de la empresa. Su ventaja radica en ser poco intensivas de capital y en ser capaces de incrementar la productividad o eficiencia de los procesos. Téngase en cuenta que entre más capital quede atado a inversiones en equipos ambientales mayor tendrá que ser el ingreso o el flujo de efectivo requerido para remunerar razonablemente al propio capital o a los accionistas. Adicionalmente, consideremos que el riesgo para el accionista crece conforme se incrementa el uso de crédito, que con mucha frecuencia es necesario para financiar inversiones en equipo de protección ambiental. En la actualidad ya empieza a vislumbrarse la inversión de las empresas con el ánimo de preservar el medioambiente, el cual como ya se ha dicho representa una preocupación mundial. Y es hacia ese fin que se están dirigiendo las inversiones y en donde se oculta también el propósito de la rentabilidad. Los mercados de capitales inician, de este modo, su portafolio de "bonos climáticos" y de fondos "ambientalmente responsables", que "monitorean" el desempeño de las compañías en asuntos ecológicos. Según los analistas de stocks, estos papeles ayudarán a las compañías del sector energético y químico a reducir su riesgo financiero frente a condiciones climáticas extremas o frente a los avances de los gases con efecto invernadero. Simplemente, porque en los asuntos ambientales todas las iniciativas apuntan a aliar lo deseable con lo posible; la externalidad con la "apropiabilidad" del medio ambiente, en la búsqueda de hallar un equilibrio entre costos e inversiones. Esto demuestra que en el negocio de las inversiones cada vez hay mas signos de cambio. Infinidades de compañías de seguro ya han declarado su intención futura de tomar en cuenta los problemas ambientales en la administración de los activos. Los inversionistas con un interés particular en el ambiente son los que han estado dispuestos a aplicar sus propios principios al considerar inversiones. Ellos quieren contribuir con la mejora del ambiente invirtiendo en empresas pioneras. Ahora que hay un mayor reconocimiento de que los logros ambientales de las compañías tienen un efecto económico, los inversionistas tradicionales también están ponderando las consecuencias que tienen estos factores sobre su valor para los accionistas. Innumerables son los proyectos que involucran la inversión dirigida a garantizar la calidad ambiental; por decir, instalaciones físicas, plantas para el tratamiento de agua de desecho, proyectos para controles de inundaciones, instalaciones para la manipulación de desechos sólidos, incineraciones de desperdicios peligrosos, planes para la recuperación de playas, parques públicos, refugios de vida silvestre, sitios de recreación, paisajes y otros proyectos similares y que necesariamente envuelven grandes cantidades de recursos con el fin de tener efectos de crecimiento económico en los recursos naturales y en los activos ambientales. Los cambios físicos ya se hacen notorios y comienzan a medirse a través de la relación recursos naturales y ambientales generados por la producción económica y el consumo. El esfuerzo está en incorporar valores ambientales a las cuentas de ingreso nacional. Tal como lo refleja Gómez (2004) el aporte de la contabilidad al desarrollo sostenible es la identificación, valoración y revelación en los estados financieros de:
“Las posibles contingencias por actuaciones organizacionales que impacten el entorno natural y que deban ser restablecidas y costeadas por el ente a partir de sancione de las autoridades competentes. Tasas, multas y sanciones que deben preverse como contingencias, evitando un futuro detrimento patrimonial del ente que ponga en riesgo el criterio de “continuidad en el tiempo” (empresa en marcha) y que reduzca la incertidumbre sobre el retorno del capital inversor.
Los pasivos ambientales que incorporen responsabilidades con terceros o derechos adquiridos por los mismos y que signifiquen obligaciones presentes, las cuales deberán subsanarse en el transcurso futuro del ejercicio del objeto social.
Los activos específicamente incorporados para la protección ambiental, la tecnología de producción mas limpia y el efecto sobre la valoración patrimonial del ente propiciado por tales activos, así como su aporte específico a la generación del ingreso operacional o ambiental y la posibilidad de continuar con su aporte en el tiempo (depreciación-amortización).
El tratamiento de las licencias ambientales”.
viernes, 6 de junio de 2008
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